viernes, 25 de enero de 2013

El jurado

La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que resuelve el recurso de apelación interpuesto por la defensa de Dolores Vázquez contra otra que le declaraba responsable del asesinato de Rocío Wanninkhof, me lleva a hacer algunas reflexiones sobre el jurado. No es cuestión de abordar las razones de la nulidad acordada por la sentencia, y que han discurrido en torno a falta de motivación del veredicto e insuficiencia de las pruebas para sostener una condena de culpabilidad, según han avanzado los medios de comunicación no escritos. Son cuestiones que exigen una lectura detenida de la sentencia para formar una opinión, y no dispongo de la resolución.
No obstante, cualquiera que sea su motivación, las opiniones que surjan, después de su análisis, no deberían alcanzar negativamente a la institución del jurado. Sin embargo, es fácil que suceda lo contrario. La existencia de una corriente de opinión, dentro del sector más conservador de los jueces, y de la sociedad, en contra de esta institución por el carácter lego de sus miembros pueden hacer, de este juicio, un punto de arranque para tratar conseguir este objetivo. Las referencias a la ausencia de capacidad del ciudadano, y la identificación entre jueces técnicos con jueces objetivos e imparciales, como garantes en exclusividad de la Justicia, hacen posible esta opinión.
Tal vez, por estas razones, no estaría de mas recordar que la técnica, de los jueces, no es sinónimo de imparcialidad, como se está viendo en algunas resoluciones judiciales, sin que, por ello, se ponga en entredicho el sistema judicial, la formación de los jueces o su imparcialidad, más allá del asunto en concreto del que hayan conocido.
Tampoco estaría de mas recordar, como hace la propia Ley de Jurado, que cada período de libertad que ha disfrutado la sociedad española ha significado la consagración del jurado -Constitución de Cádiz de 1812, y las de 1837, 1869 y 1931-. Igualmente que cada época de retroceso en las libertades públicas ha ido acompañada de la supresión de esta institución. Una realidad histórica que debe impedir que el jurado, como instrumento de participación ciudadana en los asuntos públicos, resulte dañado. Acompaña a la libertad.

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