miércoles, 20 de marzo de 2013
Un radar de cadáveres
Se trata de ver lo que hay bajo tierra sin necesidad de excavar a ciegas, ¿no? Pues para eso sirve el georradar, un equipo diseñado con fines militares -localizar minas o galerías subterráneas en la guerra del Vietnam- en los años setenta y que los geofisicos están utilizando con mucho provecho en excavaciones arqueológicas o en ingeniería civil. Con un radar así, por ejemplo, se ha investigado en España la muralla de Numancia, sin excavarla, y se han localizado residuos químicos enterrados. Un georradar está ayudando a la policía británica a descubrir cadáveres ocultos en la casa de los horrores de Gloucester (Reino Unido)."Es la primera vez que se utiliza este equipo para buscar restos humanos", ha declarado Mike Withers, director de la empresa Era Teclinology, que construyó el georradar para la guerra de las Malvinas y que lo ha alquilado ahora a la policía británica.
El georradar, en principio, funciona igual que un radar que detecta aviones: se envía una señal que rebota contra cualquier cuerpo en vuelo y se registra la señal de regreso con una antena, de modo que se determina su presencia y su distancia (en función del tiempo que la señal tarda en ir y volver hasta el avión). El georradar consta de una antena emisora y otra receptora integradas en un equipo compacto, como un cortacesped, que se arrastra por el suelo de la habitación o por el terreno a investigar.
El emisor envía una onda electromagnética que penetra en el suelo. Esa onda rebota de manera diferente según lo que encuen re en el subsuelo (distintos tipos de rocas o sedimentos, cañerías, restos cerámicos o metálicos, huesos, etcétera). Las señales de regreso se captan con la antena y los datos se dirigen a una unidad gráfica.
Los registros gráficos se presentan en forma de ondulaciones con códigos de color que los especialistas analizan para averiguar de qué se trata. El tiempo que tarda la señal desde que se emite, choca con algo y regresa a la antena, indica la profundidad de la estructura o el objeto. La intensidad de la señal rebotada da pistas sobre la composición: si es metal, plástico, piedra..., puesto que cada material ofrece una resistencia diferente a la señal. El rastreo del radar muestra la forma de las capas de suelo o de objetos enterrados.
Hoyos y hueso
"Los huesos, como son cuerpos pequeños, deben aparecer como ondulaciones con forma de hipérbola", explica Mari Carmen Hernández, geofísica de la Universidad Complutense y uno los primeros expertos españoles en la tecnología del georradar. "Adernás", continúa, "para enterrar los cuerpos ha habido que sacar material, y luego recubrirlos. El diferente grado de compactación del suelo indica la presencia de un hoyo cuyas dimensiones se pueden medir, y en ese hoyo se detectarían los restos del cadáver. Si además llevaba reloj o anillo, etc. Este tipo de elementos metálicos facilita la búsqueda".
Mientras que un radar aéreo tiene gran alcance, el georradar penetra pocos metros en el suelo, puesto que la señal se atenúa más rápidamente que en aire. Así, un equipo de este tipo puede ser operativo en pocos metros de profundidad cuando se buscan objetos pequeños.
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