domingo, 24 de marzo de 2013

Un paramilitar serbio confiesa asesinatos en serie de musulmanes y croatas


Un antiguo, paramilitar serbio, participante en las guerras de Croacia y Bosnia, ha admitido en declaraciones periodísticas que torturó y mató hasta 80 personas, incluyendo mujeres. Slobodan Misic, que fue detenido ayer por la policía serbia de seguridad, afirma que cortaba las orejas a sus víctimas musulmanas para venderlas.

"Soy un cadáver y nada peor puede sucederme", dijo Misic, un ex convicto de 50 años, al periódico Novine Vranjske. El ex combatiente fue detenido en la sede del diario que reproduce sus declaraciones, adonde acudió para protegerse del asedio informativo."Tengo 50 años y estoy enfermo de mentir. Todos mienten y es hora de que se sepa cómo fue", explica Misic en sus confesiones. Serbia siempre ha negado su participación en las guerras de Croacia y Bosnia, aunque estas dos ex repúblicas fueron asaltadas por el ejército yugoslavo, dominado por los serbios, cuando declararon su independencia en 1991 y 1992. Milosevic rechaza entregar al Tribunal de La Haya a sospechosos de crímenes de guerra.

El relato de Misic, reproducido por varios periódicos, es el primero en que un paramilitar serbio admite públicamente haber cometido atrocidades contra civiles y gente indefensa: "Haría lo "sino otra vez si algo sucediera en Kosovo [la provincia serbia de mayoría albanesa]".

"El gran error es matar por primera vez; después, todo sigue su curso... Se introduce en tu sangre, en tu cerebro, es como una droga sin la que no se puede vivir". Misic declara que se alistó voluntario en julio de 1991 "porque no podía soportar los asesinatos en masa de serbios" y fue enviado al frente en Vukovar, en Croacia. La Haya ha encausado por crímenes de guerra a tres oficiales yugoslavos que participaron en la aniquilación de esta ciudad.

Misic admite haber asesinado a civiles y a prisioneros en Croacia, por lo que fue arrestado siete días. En abril de 1992 se unió a los paramilitares que operaban en Bosnia oriental y "allí limpiamos los pueblos de musulmanes, uno por uno... Zanjevo, Tegare, siete u ocho más". "Quemamos todo lo que veíamos, arrojábamos granadas en las casas". Los serbios, según este relato, no miraban primero si había gente dentro. Misic asegura no haber asesinado a niños, pero sí a mujeres. En su relato se atribuye la decapitación de dos musulmanes y el empalamiento de uno de ellos. Cuando no tenía dinero vendía a los serbios por 50 marcos, poco más de cuatro mil pesetas, las orejas, siempre la izquierda, que personalmente había cortado a sus víctimas.

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