martes, 26 de marzo de 2013

El "asesino del tren" se entrega gracias a la mediación de su familia


Rafael Resendez Ramírez, el fugitivo acusado de ocho asesinatos en tres Estados norteamericanos y cuyo nombre figuraba en la lista de los 10 delincuentes más buscados del FBI, se entregó ayer a la policía en El Paso, Texas. En una escena tan de película como la agitada vida que ha llevado, Resendez Ramírez cruzó el puente sobre el Río Grande en la frontera de Ysleta y llegó hasta donde se encontraba Drew Carter, sargento de los ranger de Tejas. Ramírez extendió su mano y Carter se la dio. Después fue esposado.

"Estaba muy simpático, nada agresivo", según un portavoz policial que había hablado con el sargento. Ramírez -alias José Angel Mangele, Antonio Ramírez y una veintena más de nombres, aunque en realidad se llama Angel Leoncio Reyes Recendis-, de 39 años y nacido en Puebla (México), vestía pantalón vaquero y camisa de rayas, llevaba gafas y estaba recién afeitado. Compareció ante un magistrado en El Paso, que le preguntó si quería escuchar las acusaciones en inglés o en español: "Lo que sea", respondió.

El FBI había lanzado una auténtica caza al hombre después de saber que el pasado 2 de junio Ramírez fue detenido por la policía de fronteras cuando intentaba entrar ilegalmente en EEUU y devuelto a México por error. El ridículo de lo ocurrido encendió el celo policial, pero no fue el cerco lo que dio frutos, sino la familia del propio Ramírez, probablemente por indicación del fugitivo, cansado de huir.

La hermana de Ramírez, que vive en Albuquerque (Nuevo México), llamó el domingo a Carter -con el que se había entrevistado hace varias semanas-, y le dijo que había estado en contacto con su hermano a través de un intermediario. Después de tres días de negociaciones muy tensas, Ramírez aceptó entregarse, pero sólo a un ranger de Texas. Los ranger, un cuerpo de élite, tienen sólo 107 miembros y su origen se remonta a 1823, cuando Texas pertenecía a México.El pasado criminal de Ramírez se remonta 20 años atrás, diez de los cuales ya los ha pasado entre rejas. Está acusado de cometer cinco asesinatos en Texas, dos en Illinois y uno en Kentucky, y la policía asegura que Ramírez cuenta con pruebas ADN, huellas y propiedades robadas de las ocho víctimas. El único elemento común de los ocho es que vivían cerca de vías de ferrocarril, lo que permitió a los medios, que han seguido con pasión la cacería humana, bautizar a Ramírez como el asesino del tren.

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