jueves, 28 de marzo de 2013
Londres reabre el caso del Doctor Muerte en busca de más víctimas
El caso de Harold Shipman, alias Doctor Muerte, el mayor asesino en serie de la historia británica, sigue lleno de incógnitas. Nadie se explica, por ejemplo, cómo pudo matar en tres años a15 mujeres, pacientes suyas de Manchester, sin despertar sospechas. Ante la presión de una opinión pública alarmada por este espeluznante caso, el Gobierno británico anunció ayer la apertura de una investigación independiente que aclare tanto la supuesta incompetencia de los órganos de supervisión médica, como la tétrica sospecha de la policía y el fiscal de que Shipman acabó con la vida de 150 pacientes.
La maquinaria para resolver las incógnitas del caso Shipman se puso en marcha horas después de que el jurado declarase al médico de cabecera culpable de asesinar a 15 mujeres y el juez le condenara a pasar el resto de su vida entre rejas. La investigación independiente, que el ministro británico de Sanidad, Alan Milburn, anunció en el Parlamento debe responder a las preguntas que se hace la sociedad. "¿Qué acciones se deberían haber tomado para evitar los crímenes? ¿Cómo pudo matar durante años sin levantar sospechas?", se interrogó el ministro.La investigación cubrirá la actuación de instituciones y organismos -desde autoridades sanitarias al Consejo Médico General y a la propia polícia de Manchester- que entraron en contacto con el doctor Shipman durante su carrera profesional. "Los sistemas de supervisión deberán fortalecerse y cambiarse. No hay duda. Pero no podemos permitir que este caso erosione el vínculo de confianza que existe entre doctores y pacientes", dijo ayer Milburn. El ministro anunció igualmente una serie de medidas que confía en introducir con carácter inmediato. Entre ellas destaca la obligación de todos los médicos de desvelar posibles antecedentes penales y de informar a las autoridades sanitarias locales de los fallecidos en sus propias consultas.
Shipman, que hoy tiene 54 años, fue juzgado en 1979 por falsificación de recetas y robo de medicamentos controlados, delitos de los que se confesó culpable, pero el Consejo Médico General archivó su expediente y no lo desveló hasta la víspera del juicio por asesinato en serie.
Las muertes que por fin le llevaron a la cárcel se produjeron entre 1995 y 1998, pero los presuntos crímenes que investiga la policía se remontan a la década de los ochenta. El número desproporcionado de fallecimientos en la consulta del doctor Shipman levantó sospechas de los forenses, y ahora ha llevado al ministro de Sanidad a revisar con urgencia el sistema que rige la firma de certificados de defunción.
La serie de asesinatos ha conmocionado a la sociedad británica. El propio juez que vio el caso declaró durante el proceso: "No tengo la menor duda de que sus víctimas le sonreían y hasta le daban las gracias cuando se encomendaban a su espantoso socorro". En efecto, según testimonios, la apariencia de Shipman, plácida y benevolente, era una imagen que comunicaba confianza.
Pero sin duda donde la inseguridad ha hecho presa de la población ha sido en lo referente al nulo grado de control de las instituciones para detener las actividades de Shipman. Los familiares de las víctimas no se han recatado en pedir que alguien dé una explicación convincente de por qué Shipman, con las sospechas que pesaron sobre él, no fue apartado de la profesión por el Colegio Médico General, órgano disciplinario de los facultativos. Asimismo se ha sabido que la policía llegó en marzo de 1998 a abrir una investigación ante la alta mortalidad de sus pacientes. Pero los agentes no revisaron los antecedentes médicos de Shipman ni interrogaron a sus pacientes para evitar despertar sospechas infundadas. Tampoco se dieron cuenta de que había alterado los certificados de muerte de sus víctimas. Eso ocurrió en marzo de 1998. Con posterioridad, Shipman mató a tres ancianas.
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