lunes, 25 de marzo de 2013

El asesino de Ucrania relata cómo mató a 52 personas


Anatoli Onuprienko, de 39 años, no se considera una persona, sino una "bestia de Satán" que continuaría matando si tuviese ocasión. Así lo ha declarado ante el tribunal que le juzga en la ciudad ucraniana de Zhitomir por los asesinatos de 52 personas, entre ellas numerosos niños y mujeres, entre 1989 y 1996.Con una impresionante sangre fría, Onuprienko va desgranando día a día su rosario de horrores. Como si lo estuviera leyendo, relató el viernes, por ejemplo, cómo el azar o un designio siniestro le llevó hace nueve años a matar a cinco personas que dormían en un coche. Sólo se proponía robar, aseguró, pero descubrió a una pareja en los asientos delanteros y la mató casi sin pensarlo. Entonces vio a otras tres personas detrás, entre ellas un niño de 11 años, y se deshizo también de ellas.

Unos días antes, Onuprienko relató cómo asesinó a otra pareja, también en un coche, y se sentó luego sobre una de sus víctimas mientras conducía el vehículo en busca de un lugar seguro para quemarlas. Familias enteras quedaron reducidas a cenizas por el maniaco, el asesino en serie más mortífero de la historia en los 15 países de la antigua Unión Soviética, después de Andréi Chikatilo, condenado a muerte en 1994 en Rostov del Don (Rusia) y ejecutado por el asesinato de 53 mujeres y niños.

"Hoy volvería a matar, a pesar de todo", reconoció el viernes ante el juez Dimitri Lipski. "Sois incapaces de aceptarme como soy", añadió. "No veis todo el bien que voy a hacer y nunca me comprenderéis". Onuprienko, que se dice dirigido por fuerzas sobrenaturales, había declarado anteriormente que tiene un "protector" del que no quiere hablar, una "gran fuerza" que lo controla todo, incluida la sala en que se le juzga y el tribunal que dictará sentencia, probablemente de muerte. "Nunca lo entenderéis", concluyó. "Tal vez sólo vuestros nietos lo entiendan". Onuprienko, antiguo soldado y marinero, que asegura que su madre murió cuando él tenía cuatro años y que su padre y su hermano le entregaron a un orfanato al cumplir los siete, dijo inicialmente que había sido tratado en un hospital psiquiátrico y que oía voces que le ordenaban matar, pero finalmente se declaró sano, y como cuerdo se le juzga.

El presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, ha afirmado que no ve otro castigo justo más que la muerte, porque "no hay lugar en el país para estos seres inhumanos". La última ejecución en Ucrania se produjo en marzo de 1997.

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